Vlank
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En Alaska, algo parecido a una mujer hace equilibrios sobre algo que se asemeja a un árbol.
El cielo en lo alto, jirones de plumas de pájaros que migran hacia ninguna parte,
y abajo en el lago, sus cabezas se desprenden temporalmente.

El horizonte está teñido de un púrpura estático, y puedo verlo todo. Todo es real y original.
Todo se ha ido a la mierda, y esta roca parece ser mi jaula de Faraday. Ya no sé ni lo que soy.

Al menos mis pensamientos son coherentes.

¿Soy el único aún capaz de sentir miedo?
Creo que soy el único que está esperando una singularidad universal. Lo demás es indiferente.
Las ratas se han estado multiplicando durante mucho tiempo, y no debería faltar mucho ya.
Espero a mi agradable falla existencial.

El año es 3035, y lo he visto todo.
Comencemos por el final.

Historia Antigua

La Edad de la Información
Cambios en el Sitio-18
28 de Julio, 1976

Senescencia, Consumo, Persecución
14 de Agosto, 2051 - 9 de Septiembre, 2077

Anno Domino
1 de Diciembre, 2081

La Última Era
La Táctica de la Serpiente
21 de Diciembre, 2090

Sector de Antigua Kansas, Parte 2, Parte 3
Agosto, 2119

La Era de la Podredumbre
Cuánto Se Pueden Apretar los Muelles

El Nido de la Rata

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Cuánto se pueden apretar los muelles

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18 de Septiembre, 2028 - En la Biblioteca del Errante

La noche está avanzada, y XXXX very down. No se cuela ningún resplandor matinal por las fronteras del reino de la luna. Sólo un gris permanente, espeso, del que sólo la luz de mi rincón proporciona algún alivio. Me hundo en mi sillón de lectura. El tiempo me ha convertido en un hombre muy cansado, pero estas palabras no van a leerse por sí mismas. Pero las palabras no paran de nadar fuera de la página… Las devuelvo a su sitio, arreglando el lío desordenado de prosa hasta que la historia vuelve a ser legible de nuevo.

Érase una vez un valiente caballero llamado Scott. Defendía el mundo entero. El amo al que servía era un gran rey, de nombre Glob. Pero una noche, una rata rabiosa le mordió en la nariz. Pronto el reino estuvo en peligro. ¿Se había vuelto loco el rey? Pronto fue respondida la angustiada pregunta, pues el rey decapitó a todos sus objetores. El valiente caballero Scott estaba horrorizado. No había jurado proteger a un loco. Así que una noche, Scott puso una serpiente mortífera en la cama de Glob…

Solía haber muchos otros como yo. Que se preocupaban por mantener el último lugar cuerdo en la tierra. Antes de que fueran maldecidos, nos vimos a nosotros mismos como la última y mejor esperanza para la mente. En algún lugar, en nuestra infinita capacidad para la sabiduría, hubo un libro. La verdad estaba en algún lugar de las grandes salas, y necesitábamos encontrarlo. Podíamos arreglarlo todo, ¡quizás hacerlo incluso mejor! Pero mientras el exterior sigue deslizándose hacia una edad oscura, en la ignorancia y el olvido, sin ningún pequeño consuelo, se hizo cada vez más y más difícil resistir, incluso simplemente que nos importase. No podían pedirnos ayuda.

Érase una vez un valiente caballero llamado Scott. Defendía el mundo entero. Elamo al queservía eraun gran rey , de nombre Glob. Pero una noche, una rabiosahavrata le mordió en la nariz. Pronto el reino estuvo en peligro. ¿Se había vuelto loco el rey? Pronto fue respondida la angustiada pregunta, pues el rey decapitó a todos sus objetores. El valiente caballero Scott estaba horrorizado. No había jurado proteger a un loco. Así que una noche, Scott puso una serpiente mortífera en la cama de Glob…

Mi visión vacila, incluso cuando cierro los ojos. Puedo verlo palpitando a traves de las líneas girando y los infinitos portales que se esconden tras mis párpados. Soy agudo. La prosa da otro golpe, cae grácilmente fuera de la página y se rompe sobre el suelo. El mundo se rompe con ella, tintineando y cayendo ami alrededor como el oro de XXXXXXX prospector's pan. El lomo chasquea en mi mano, y lo oigo gritar de alivio mientras todo el mundose va a la mierda. Mis apretados ojos no hacen nada por salvarlo. Ni siquiera me salvarán a mí.




Defendía el mundo entero. Elamo al que



servíaun gran rey de nombre Glob. Pero una noche, una rabiosahavrata le mordió la nariz. Pronto



¿Se habíavuelto loco el rey? decapitó a todos sus objetores. El . No había jurado proteger a un loco. Así que una noche, Scott puso unaserpiente en la cama de Glob….

El tomo hecho pedazos se desliza entre mis dedos, y las palabras fallan. El suelo, roto, tiembla, y puedo escuchar el compendio de todo el conocimiento humano vertiéndose de sus tomos y volúmenes. Las páginas a mi alrededor se alborotan y colapsan. Mis propios ojos se deslizan a través de mis apretados párpados, cayendo en espiral en este mar de balbuceos. A través de las grietas de la cuarta pared, todo se arremolina ante mis ojos, atiborrándome de información desorganizada y sin sentido. Puedo ver todo, pero no sé nada. Me deslizo, y la biblioteca conmigo. Lo puedo ver, se niega a ser ignorada en muerte. Pide respeto, incluso mientras se arrodilla frente a la muerte. Los portales se estiran y chasquean como las cuerdas de un violín demasiado tensadas. Acompañados de un enfermizo crescendo, nos desprendemos de los últimos mundos y nos sumergimos osadamente en la oscuridad. Los errantes se han instalado en la tumba. Hemos terminado.

La rata Ha decapitado a La Serpiente

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Senescencia, Consumo, Persecución

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14 de Agosto, 2051- 9 de Septiembre, 2077

El castillo era viejo y decrépito pero aún se aguantaba, un legado de la obstinación de las leyes de los hombres talladas sobre el mundo. Había sido tan fácil por aquel entonces establecer sus símbolos de control absoluto sobre todo aquello que habían sentido la necesidad de conquistar. No era tan fácil mantenerlos.

Aún así, el castillo se erigía orgullosamente. No le habían afectado el agua y la lluvia. No lo habían dañado las enredaderas de las que era respaldo, ni los animales de los que era refugio. Ninguno de ellos había podido mover las viejas piedras, desplazar los contrafuertes o hundir los cimientos .

Un fragmento insignificante de piedra se desconcha de un muro.

El paciente pasa las páginas de un querido libro de cuentos, tan absorto como cuando fue nuevo. No le prestó atención al buen doctor cuando entró en la habitación, aunque las alas de su piel detuvieron su aleteo tan sólo por un momento en reconocimiento. El Dr. Blake tosió, no acostumbrado al aroma almizclado de una habitación desatendida.
El doctor jugueteó con su placa, sus dedos artríticos acariciando su título de Director del Sitio, luego su propio nombre. "Hola, SCP-1252." Dijo con un tono que negaba las arrugas de su cara. "Seré breve. Hemos decidido que los recursos que estamos usando aquí estarían mejor empleados en otro sitio. Por ello-"
“Sí. Por favor.”
El silencio momentáneo del doctos era el único signo de que su posible desconcierto. "¿Perdona?"
"Sí. Por favor." La garganta del humanoide estaba ronca por la falta de uso. Pasó lo que quedaba de su lengua sobre sus labios, humedeciéndolos con una saliva medio coagulada. "No podéis… realmente…" Tomó aire de su máscara. "…mantenerme durante más tiempo, ¿verdad? Está bien." Trató de ofrecer su sonrisa más alentadora. "No me importa." SCP-1252 trató de alcanzar y consolar al hombre que había mentido y atrapado aquí. Los cables apenas le dejaron desdoblar su codo.
“¿… puede al menos permitirse una bala?”
El Dr. Blake se inclinó para apagar la unidad de soporte vital.

¿Qué era si no un único ladrillo, caído de sus gigantescos muros?

Las cámaras no podían ver todos los recovecos, pero lo intentaban. Muchas habían sido cubiertas por las enredaderas pero nadie podía permitirse los recursos para reemplazarlas o repararlas. Las pocas que quedaban sólo cubrían una pequeña área, dejando a los niños libres de hacer lo que quisieran, una vez que habían aprendido a esquivar los ojos artificiales.
Un chico se acercaba a su cincuenta aniversario, pero había olvidado su edad hacía ya mucho tiempo. Su pijama de azul desteñido parecían transparentes bajo la luz de sol mientras trepaba a través de su hogar

A boy neared his 50th birthday but had long forgotten to age. His faded blue pajamas seemed transparent under the sunlight as he climbed through his home. Normally he would only be awake once the moon had tucked the sun to bed, but today he had come to check out the first visitor in a decade.

At the edge of the overgrown garden, a girl cradled a nearly lifeless ragdoll in her arms. Her head was cocked to the side in curiosity, though no expression could be seen past her sun bleached giraffe mask. She had come to be invited into a secret club of children who had discovered that the physical world was just an option. As the local welcome crew came to greet her, she extended her prize.
The boy took her ragdoll, pressing it to his ear. The rough fabric could be seen from under his translucent fingers as he listened to a soul of what was once a woman, begging to feel again. He handed it back to his new friend, lips moving without sound. Do you know tag?

The rain is relentless this season, breathing life into withered vines to begin their work again. The animals seek shelter, burrowing away the castle’s foundations. Perhaps it had been wrong to think of such a relic as everlasting.

But still, inevitability seemed too far away to accept.

The room was given a gentle paint of cartoony animals in pastel colors, though even that has faded with time.Worn out children’s toys lay strewn over the floor, forgotten only to be rediscovered and played with as new again. A half-finished lion made of legos lay on its side as a reminder of what was lost. In a corner, a boy with red hair and a blush of freckles took his afternoon nap. His hands clung tightly to the holey blanket, allowing a thin sheet of worn fabric defend against all the frightening unknowns of the world. He was neither roused by the sound of a door opening and closing nor awakened from the soft footsteps.
There was supposed to be a single guard on duty. They could not afford to have a guard for the guard, not anymore. It was the long-awaited opportunity to strike a personal wound. The attackers could afford their bullets, where the protectors could not.
To come running at the sound of a single gunshot was to be too late. The boy who endured the suffering of strangers had been finally allowed to no longer feel anymore.

A stiff breeze prompted a few shaky stones to lose their grip. What used to be impenetrable now warmly invited all animals to shelter and home, unable to keep out even the least agile amongst them. The castle had become a giant rat’s nest and all the predators wanted their share.

The Administrator surveyed the empty table before them.
There used to be a time, about a generation ago, that each chair was filled with the best specimens humanity could provide. The brightest minds and the strongest of wills met together regularly to maintain absolute order onto a world that steadily became more disorderly. They were the steady hand that disciplined the rowdy teen. They were the gatekeepers between that which ran against the grain of society and the curious humanity that sought to cross them.
There were few signs of things having gone amiss. At first, the increased collection of anomalies was brushed off as the result of a rapidly growing organization and the greater resources to hunt more leads. A few less useful sites were converted in anticipation for new growth. It was a simple matter of diverting minor funds at the time. If those bright minds of that day had been smart enough to predict the need for more extreme change at the time, perhaps all of this could’ve been avoided.
That was wishful thinking. It was inevitable. The Administrator knew that. The Administrator knew that even before the Overseers began to empty their chairs.
The first was a freak containment breach. It turns out that when the Engineering team had to construct hundreds of chambers a month, triple checking turned to double checking and double checking to a single glance over. Not even the kindest of man could keep up with the pace of new stories to fabricate, fresh containment procedures to devise, still-bleeding tragedies to hide.
The next two were suicide. Even the strongest of wills broke under sustained pressure. The remainder were picked off over the years. A few simply disappeared. O5-2 hadn’t been seen since 590 was executed by the CI. Jack never could handle the loss of family. O5-4 left only the icon of a stylized rat king on her desk, a testament to how ingenuity was nothing more than functional insanity.
Friendship and spirit did nothing to prevent this. Their ideals, aspirations, and the hearts that birthed them could not produce the strength they needed. Respect and duty had long fell to the wayside, far from the binding contracts that they were thought to be.
In the end, nothing they really believed in could’ve saved them.

The castle’s remaining walls moaned like the joints of an old man.

Inevitability was on its way.

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